Álvaro Cunqueiro, verbas sobre Cal da Loba
Actualizado: setembro 2024
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Clisé de R. y Losada
Gran Enciclopedia Galega Silverio Cañada
Gran Enciclopedia Galega Silverio Cañada
Álvaro
Cunqueiro
(Mondoñedo,
22
de
decembro
de
1911-
Vigo,
28
de
febreiro
de
1981);
novelista,
poeta,
dramaturgo,
periodista (diarios “ABC” e “Faro de Vigo”), gran coñecedor da gastronomía española e mestre da narrativa fantástica.
“El pasajero en Galicia”
No
libro
“El
pasajero
en
Galicia”
o
escritor
Álvaro
Cunqueiro
escibiu
unha
serie
de
artigos
para
o
diario
“Faro
de
Vigo”,
no
que
vila
a
vila,
cidade
a
cidade,
fixo
unha
crónica
turística
e
sentimental
do
seu
país
natal.
Con
data
23
de
xuño
de
1953,
creou o artigo “Cal da Loba “.
Cal da Loba
Faro de Vigo, 23 de junio de 1953.
«Desque
los
lavéi,
de
ouro
los
tiéi,
meu
amigo!»:
oro,
en
verdad,
para
liar
los
cabellos,
las
doncellas
de
la
torre
de
Cal
da
Loba
,
si
las
hubo
en
aquel
alto
muro,
lo
tenían
en
el
jardín
del
monte,
en
restetras
y
tojales:
oro
vivo
y
en
flor.
Yo
digo
que
sí
las
hubo,
y
es
tan
tiernamente
azul
la
luz
de
esta
mañana,
que
no
parece
sino
que
miramos
el
mundo
a
través
del
celeste
transparente
de
los
ojos
de
ellas.
El
áspero
muñón
de
piedra
hiere,
como
una
oscura
espada,
el
claro
horizonte
chatrego.
Si
yo
hubiera
de
construir
algo
en
aquella
colina,
sólo
se
me
ocurriría
construir
un
palomar,
pero
hubo
violentos
barones
que
allí,
donde
la
loba
tenía
el
cubil,
levantaron
el
aparato
militar
de
un
castillo
roquero.
¿Cuál
frontera
era
ésta?
¿Qué
batalla?
¿Qué
se
hizo
desde
aquí,
con
carne
humana
y
con
miedo?
Y
quizás
en
una
mañana
como
ésta,
de
tan
fina
y
dulce
piel,
profunda
como
un
regazo.
Las
piedras
conservan
el
natural
violento,
shakesperiano,
de
quienes
aquí
construyeron,
y
conservan
también
el
miedo.
Pero
de
los
barones
violentos
y
los
condes
locos,
vasos
de
la
soberbia,
nacieron
las
amorosas
princesas
de
antaño.
De
ellas
es
la
luz
de
la
mañana,
el
fresco
chorro
de
la
fuente,
esa
paloma
que
vuela
y
la
brisa
que
menea
los
manzanos.
Quizás
el
violento,
como
Dionisio
Siracusano,
por
no
confiar
su
cuello
al
barbero,
haya
enseñado
a
sus
hijas
a
afeitar.
«Así
las
doncellas
reales»,
asegura
Marco
Julio,
«con
un
traje
sucio
y
de
criadas,
cortaban
la
barba
y
el
cabello
de
su
padre,
y
con
todo
a
estas
mismas,
cuando
fueron
mayores
les
retiró
la
navaja,
y
resolvió
que
le
quemasen
la
barba
con
cáscaras
de
nueces
ardiendo».
Con
nueces
de
estos
nogales
del
camino,
de
tan
redonda
y
quieta
sombra…
Pero
ya
no
quedan
condes
ni
princesas,
frágiles
lámparas,
en
Cal
da
Loba.
Sólo
queda
la
desnuda
y
derrotada
torre,
y
un
alerta
de
grajos
agoreros.
¡Y
qué
hermoso
era
este
camino
para
madrugar
las
lanzas,
o
para
venir
a
cantar
amores
al
pie
del
foso!
Hay
caminos
que
parece
que
los
abrió
un
ángel
que
pasó
diciendo:
«Voy
a
tender sobre la desnuda tierra la sombra de terciopelo de mis alas».
Colorean,
en
el
camino,
unas
cerezas
blancales.
Y
toda
la
mirlería
se
ha
dado
cita
aquí,
en
el
cerezo,
y
todas
las
flautas
del
mundo
alborotan
la
mañana.
Los
mirlos
de
hogaño
no
aprenden
canciones
de
amor,
y,
si
las
aprenden,
las
olvidan.
Un
hada,
en
Romans
de
Pro
venza,
enseñó
una
vez
a
una
doncella
el
lenguaje
del
mirlo:
siete
palabras
solamente,
y
las
siete
hermosas
y
perfectas
como
la
rosa,
para
que
pudiera
traducir,
la
enamorada,
un
mensaje
de
amor
que
el
mirlo
le
traía
de
un
doncel
de
Valence
o
de
Baucaire,
donde
el
amor
acababa
de
inventarse,
y
era
más
cálido
licor
que
el
rojo
vino.
Siete
palabras
solamente
para
decir
el
amor:
¡quién
las
supiera,
las
siete,
en
la
breve
prisión
de
un
solo
verso!
¿Y
si
de
tanto
decir,
nada
decían,
musicales
notas
nada
más,
un
grito
y
un
suspiro?
Con
la
lengua
recadera
del
mirlo
podía
pasar
también
lo
que
de
aquel
geógrafo
que
aprendió
una
lengua
africana,
y
pues
la
sabía,
a
los
negros
se
fue;
la
lengua
tal
sólo
tenía
una
palabra:
nakarna,
con
la
cual
todo
se
expresaba,
según
el
tono
y
la
inflexión;
pero
los
negros
habían
abandonado
la
tal
lengua,
por
monótona,
y
ya
sólo
servía
para
que
se
entendieran
los
exploradores…
Tanto
alborota
el
mirlo
la
mañana,
que
ha
debido
olvidar
su
nakarna;
quizás
tan
dulce
y
monótona
lengua
sirva
no
más
que
para
enamorados…
Las
cerezas
son
blancales,
y
pues
no
ha
hecho
sol,
aunque
pintadas de vivo rojo, esconden amargor, y dan dentera.
Doy
dos
o
tres
vueltas
alrededor
de
la
torre
derruida.
Aquí
hizo
armas
la
fusquenlla,
la
loca
Hermandad,
y
las
piedras
que
fueron
almena
pasaron
de
la
amistad
con
el
viento
al
amor
de
la
tierra.
Todo
el
horizonte
chatrego
es
un
verde
tapiz,
y
la
brisa
de
la
mañana
lo
mece.
Villalba
levanta
su
torre
a
lo
lejos,
y
como
dos
ballestas
fatales
debían
contemplarse,
una
a
otra,
estas
dos
torres
roqueras,
que
no
sé
qué
frontera
guardaban,
como
no
sea
la
de
la
gleba
y
el
terrón,
las
humildes
y
pacientes
cargas
de
pan…
Ha
relinchado
un
caballo
que
pacía
con
la
piega
en
la
mano
diestra,
y
he
mirado,
sorprendido,
creyendo
que
el
antiguo
feudal
de
Cal
da
Loba
—Montenegro,
Miranda,
Saavedra,
Pardo…—,
lanza
en
ristre,
subía
a
la
torre
por
el
curvo
pecho
de
la
colina:
todo
el
monte
es
un
jardín
de
flores
de
oro,
y
más
que
toparme
con
el
feudal
relinchando,
me
gustaría
ver
salir
las
princesas
de
antaño,
con
las
garceras
al
viento,
a
liarlas
de
oro
o
con
el estribillo enamorado de una cantiga:
«de ouro las liara, meu amigo!».
Cunqueiro en la radio “cada día tiene sus historias y otras series”
No
libro
“Cunqueiro
en
la
radio,
cada
día
tiene
su
historia
y
otras
series”,
a
fundación
Pedro
Barrie
de
la
Maza
editou
un
conxunto
inédito
das
intervencións
radiofónicas
que
fixo
o
escritor.
Na
sesión
radiofónica
recollida
do
14
de
decembro
de
1979,
redacta
a
historia
da
decapitación
do
Mariscal
Pardo
de
Cela
(17
de
decembro
de
1483)
e
de
cando
a
súa
filla
doña Constanza traía de Valladolid o indulto para seu pai concedido polos Reis Católicos;
“[…]
Lo
traía
desde
Valladolid
-el
indulto-,
al
parecer,
una
hija
suya,
llamada
doña
Constanza.
Bajaba
en
rápida
yegua
por
la
calzada
de
Lindín,
que
fue
vía
romana.
Y
al
llegar
al
puente
que
dicen
de
Ruzos,
la
esperaba
allí
gente
de
iglesia,
las
cuales
le
dieron
conversación,
la
tranquilizaron,
le
dijeron
que
no
había
prisa,
que
la
ejecución
de
su
padre
estaba
aplazada.
Ella
bajó
de
su
yegua,
para
que
la
cansada
bestia
bebiese
en
el
río,
y
estando
en
este
descando,
se
oyó
tocar
a
agonía
en
la
fría
tarde
invernal.
Doña
Constanza
había
sido
engañada.
El
indulto
ya
era
ínútil,
que
su
padre
ya
había
sido
decapitado.
Desde
entonces
las
gentes
le
llaman
a
aquel
puente,
a
Ponte
do
Pasatempo,
por
el
tiempo
que
le
hicieron
pasar,
con
engaños,
a
doña
Constanza…
Doña
Constanza,
que
era
dura
de
pelar,
y
que
años
más
tarde
se
levantará
en
una
torre
de
la
Terrachá,
de
la
que
solo
queda
un
oscuro
muñón
que
ve
a
diestra
mano
el
viajero
que
va
desde
Lugo
a
Villalba.
Se
llama
la
tal
torre
Cal
da
Loba
…
Si
uno
escribiese
como
Sir
Walter
Scott,
diría
que
lo
de
Loba
viene
por
la
ira
y
los
dientes
hostiles
de
doña
Constanza.
Pero
no,
no
es
así,
ya
que
se
llamaba
Cal
da
Loba
cuando
fue construida. Habría una loba famosa que tendría allí su guarida. […]”.